Caminaba por la calle a buen ritmo. Miró hacia atrás para asegurarse de que no venía nadie y entonces, confiada, dejó salir aquella flatulencia fétida, fina y firme que emitió un sonido vibrante, burbujeante, brumoso… que le proporcionó un alivio rotundo.
Se oyó un golpe seco. El hombre invisible había caído desmayado.
Anuncios