signos

Aterrizamos aquí hace dos días con esperanzas de hallar vida inteligente y, esa misma noche, los prados tornasolados mutaron del amarillo al verde. Ayer, las copas de aquellos ominosos árboles adoptaron una familiar frondosidad. Hoy comprendimos: el planeta nos escribe mensajes en su misma piel: «sentíos como en casa».